lunes, 13 de mayo de 2013

ALFONSO CANALES





OTOÑO


Aquella tarde era, aquella tarde era
como el centro de un vaso donde la luz se torna
lívida, atravesando un blanquísimo muro
de cuajado cristal.
                                Los árboles estaban
húmedos; los rosales goteaban; la tierra
se poblaba de súbitos caracoles; y un vaho
a teja recién hecha llenaba el aire.
                                                            El viento
mecía la tristeza de los plátanos. Alto
tesoro de oro pálido se vertía y danzaban
papeles de meriendas antiguas por el llano.

Asomaban su lengua los candiles, buscando
una lágrima nueva.
                                 Y el tiempo parecía
ya vivido por alguien, ya usado, desprendido
del corazón de un pájaro que voló en otro siglo.


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