Sueño de enero
Y soñé que el tejado
se llenaba
de ángeles músicos.
Y soñé que subía por
la Montaña
de la Maravilla.
Y soñé que llegaba a
una ciudad dormida
entre hermosas
palabras de amor.
Y soñé que dormía
bajo un árbol
coronado de trinos y
rocío.
Soñé que iba a
caballo
con la espada desnuda
del espíritu
y nacían en mi
espalda dos alas llameantes.
Soñé que una persona
me miraba y era
como tener el cielo
estrellado en la palma de la mano.
Soñé que alguien,
como en la leyenda
de San Julián
Hospitalario, musitaba en mi oído:
Hoy estarás conmigo
en el Paraíso.
Y soñé que volvía a
ver con ojos puros
de niño-niño los ríos
que atraviesan mis sueños.
Y soñé —cosa extraña—
que era el Embajador
no sé si ante la
reina Nefertiti
o ante la Primavera
de Sandro Botticelli.
Soñé que despertaba.
Era primero de enero
del año 1974.
Y no veía ni oía el
Paraíso.
Imagen: Anónimo, San
Miguel y el Anticristo.
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