Casi el verano
Yo no digo que el
sol, inaprehensible sueño de mi piel
entabla una demanda
amorosa contra el latido del día.
Digo solamente que mi
amor es un gajo desnudo
que se cubre con
hojas de ruibarbo y jazmines embotellados.
Mi amor está desnudo
y ha empezado a tatuar corazones en el viento,
iconoclastas
corazones dispensadores de azules albas.
Nunca la música ha
cabalgado en potros más esbeltos.
Los antiguos
pavorreales del verano han empezado
a mirarse desplegando
sus arpas de colores.
A la luz del verano
salta, canta, corazón.
El aire quiere
dormirse junto a tu boca.
Tu corazón es una
maquinaria secreta que me traga.
La lluvia nos conduce
de la mano hasta el pan tierno de su
abrazo.
A sus puertas
estamos. Sobrecogidos y aromados.
La mañana no quiere
parecerse a ninguna.
En el viento cercano
una palabra tiembla.
La niña ciega alcanza
el sueño de la abeja.
En tanto que nosotros
transcurrimos.
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