miércoles, 29 de mayo de 2013

STUART MERRILL






Dicen que unos reyes que han muerto pisaron este sendero
que conduce al banco de piedra en donde nos gusta sentarnos,
cuando sobre la soledad se derrama la paz de la tarde
y nuestros corazones están llenos de mudos cantos, como salterios.

Desde esta roca se ve, bajo la fanfarria de la conquista,
erizarse de pronto la llanura de espigas de hierro,
multitudes venidas de los veranos y los inviernos
a rodar como un rojo río hacia la gran ciudad en fiesta.

Pero ni la cabalgata llena de sol bajo los estandartes,
ni el dulce resonar de los tambores en la primavera,
ni el alarido de los clarines enhiestos como corolas de oro,

valen este silencio donde nuestro cansancio se duerme
y la caricia de las sombras que entremezclan los vientos
y esta oración, el minuto eterno de nuestro beso.

Traducción de Manuel Álvarez Ortega.

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