Secretos en el
camino
La luz del día
encontró el rostro de un durmiente.
Tuvo un sueño
más agitado
pero no lo
despertó.
La oscuridad
encontró el rostro de uno de los durmientes
entre los rayos
impacientes
y fuertes del
sol.
Como por un
chaparrón oscureció de pronto.
Me encontré de
pie en una estancia que contenía todos los instantes
un museo de
mariposas.
Y sin embargo el
sol tan fuerte como antes.
Sus pinceles
impacientes pintaban el mundo.
Traducción de
Justo Jorge Padrón.
Imagen: Eduardo
Naranjo, Hombre dormido (detalle), 1985.