Lo cotidiano
Para el amor no
hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello
triste que se cae
cuando te estás
peinando ante el espejo.
Esos túneles
largos
que se
atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin
ojos,
el hueco que
resuena
de alguna voz
oculta y sin sentido.
Para el amor no
hay tregua, amor. La noche
no se vuelve, de
pronto, respirable.
Y cuando un
astro rompe sus cadenas
y lo ves
zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la
ley suelta sus garfios.
El encuentro es
a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las
lágrimas.
Y en el abrazo
ciñes
el recuerdo de
aquella orfandad, de aquella muerte.
Imagen: Jacek
Mierzejewski, Mujer peinándose.
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