Tengo el
recuerdo aquí. La luz aquella
del jardín por la tarde en el estío,
y los vencejos en el ancho río
de la tarde tranquilamente bella.
¡Oh Señor, oh terror!, tu amor lo sella,
y el instante no pasa. En el sombrío
jardín, el agua, el tiempo, sigue. Mío
sigue el instante aquel, sigue la huella
de su paso en el alma. La memoria
va escribiendo la tarde y el relente
y el frescor del jardín recién mojado.
Alguien se acerca. Y es la misma historia.
Alguien que llega. Tú. Precisamente
hablábamos de ti cuando has llegado.
Imagen: Henri
Martin, jardin au soleil, 1913.
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