Los árboles
Pienso que nunca
veré
un poema
precioso, como un árbol.
Un árbol cuya
boca hambrienta está lista
contra el seno
dulce que fluye de la tierra;
un árbol que
mira a Dios todos los días,
y levanta sus
brazos frondosos para orar;
un árbol que
puede usar en el verano
un nido de
petirrojos en el pelo;
una vez en cuyo
pecho la nieve ha permanecido;
quien vive
íntimamente con la lluvia.
Los poemas se
hacen los tontos como yo,
pero sólo Dios
puede hacer un árbol.
Versión de J. Diego
Amoroz E.
Imagen: Eyvind
Earle, Autumn Eucalyptus.
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