lunes, 1 de septiembre de 2014

MARIO LÓPEZ









Poema de la teoría de Einstein




Veo crecer a mis hijos… Desconozco
a Einstein, su teoría sobre el Espacio
y el Tiempo. Veo las nubes pasar, lentas
sobre nosotros, sobre la provincia de Córdoba
y sus campos. Bujalance,
donde vivimos… Me pregunto a veces
si el universo gira ¿desde cuándo
y alrededor de quién y hasta qué día…?
Incluyo a Mario López, coetáneo
y a veinte siglos de Virgilio, a todos
los poetas del mundo que gravitan
muertos o vivos dentro de la misma
fracción de tiempo-luz, sístole apenas
del corazón del Todopoderoso.
Miro las gentes. Pienso en ellas. Sufro
con ellas. Temo que se sientan solas.
Miro las cosas, pienso en los olivos,
sus raíces clavadas a la tierra
con vertical ahínco tal nosotros
a la esperanza con angustia asidos.
Dolor, hambre, injusticia… Tú nos oyes…
¿Cuánta fugaz eternidad nos queda
de Poesía…? ¿Qué insondable vacío colma
de ansiedad nuestro tiempo…? ¿Qué demencia
nos pone cerco…? Nubes radioactivas
con el almendro en flor la primavera
nos aproxima. En tintas melancólicas
se añejan los periódicos. Satélites
artificiales nos fotografían
con implacable precisión. Vivimos
televisados para los vecinos
de Europa, nuestro barrio. Locutores
se turnan para hablarnos de esas cosas
que al parecer ocurren en el mundo…
Vivimos… Desconozco la teoría
de Einstein. Solo entiendo las violetas.
Quiero decir las cosas que perduran
Efímeras tal un deseo bueno.
Veo crecer a mis hijos. Hoy reían
conmigo… Las violetas y su aroma
son eternas también. ¿Por qué estar tristes?




Imagen: Frederick M. Fenetty, Violets.





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