Evocaciones
Sí, ¡te has ido! Y
nunca más
tu sonrisa
resplandeciente me llenará de gozo;
pero puedo pasar la
vieja puerta de la iglesia
y caminar el piso que
te cubre,
puedo soportar el
frío, la lápida húmeda,
y pensar que,
sobrecogido, en la tierra yace
el corazón más
tranquilo que he conocido,
el más amable que
nunca más conoceré.
Sin embargo, aunque
no pueda verte más,
es un consuelo aún
haberte visto;
y aunque tu vida
efímera se acabó,
es agradable pensar
lo que has sido;
pensar que un alma
divina tan cercana,
dentro de una especie
de ángel tan bello,
unido a un corazón
como el tuyo,
alegró una vez
nuestro ámbito humilde.
Traducción de Juan
Diego Amoroz E.
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