Toda
mi ternura
Toda
mi ternura
para
los pajaritos muertos;
para
las pequeñas arañas.
Toda
mi ternura
para
las mujeres que fueron niñas bonitas
y
llegaron a ser mujeres feas;
para
las mujeres que fueron deseables
y
dejaron de serlo.
Para
las mujeres que me amaron
y
que yo no pude amar.
Toda
mi ternura
para
los poemas que
no
pude escribir.
Toda
mi ternura
para
las amadas que
envejecieron
sin maldad.
Toda
mi ternura
para
las gotas de rocío que
son
el único adorno
del
sepulcro.
Imagen:
Luis E. Meléndez, Frutas y Pájaros Muertos.
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