Las estrellas se van a dormir tan dulcemente
Las estrellas se van a dormir tan dulcemente...
cerrando los ojos, altos y gentiles, como flores blancas
en un sueño infantil del paraíso.
Por la mañana, en cada una de las tristes casas,
con una urgencia de dinero, propia para bendecir la
guerra,
estas nobles nulidades se despiertan.
¡El alma del mundo ha muerto!
La verdad se pudre en una maldita zanja,
y el amor es empalado en un millón de bayonetas…
Pero, ¡Señor de las alturas!,
las estrellas se van a dormir tan dulcemente…
Traducción de Alberto Blanco
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