Niebla
La bella hija gris de la lluvia ha perdido a su amante.
Él, cuya boca conociera; él, que fue bueno con ella.
Yo la he escuchado hablar de él cuando las luces del río
gritaban: “¡Cristo, qué soledad! ¡Cristo, qué frío!”
He oído el llanto golpeado de su soledad llamándolo
cuando el mástil del barco no apunta a ninguna estrella.
Muchos hombres han creído que eran él;
sintiendo los brazos de ella fríos, mientras llevaban a
la muerte en los suyos—
El rostro de mujer en el marco de la nada;
mientras la maquinaria del sueño hacía girar su primera rueda;
Y durmieron mientras los ángeles caían en el sonido
coloreado de las aguas. Niño y cuna que canta, lo mismo.
Oh dama dolorosa cuyo amante es el muelle
en ese cielo donde todos yacemos, expectantes, abrazados mientras
oscurece.
Traducción de Alberto Blanco.
Imagen: Hasegawa Tohaku, Biombo con pinos entre niebla.
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