Almohada
No hay nada que no
pueda encontrar allí.
Las voces en los
árboles, las páginas perdidas del mar.
Todo exepto el sueño
mismo.
Y la noche es un río
tendido
entre las riberas del
hablar y del escuchar,
una fortaleza
indefendida e inviolable.
No hay nada que no
quepa allí:
las fuentes tapadas
de hojas y barro,
las casas de mi
niñez.
Y la noche comienza
cuando los dedos de mi madre
sueltan el hilo
que vienen ovillando
y desovillando
para tocar la frágil
trama de nuestra historia.
La noche es la sombra
de las manos de mi padre
poniendo el
despertador para la resurrección.
¿O acaso el reloj se
deshilachó y los números se borraron?
No hay nada que no
haya encontrado hogar allí:
alas desechadas,
zapatos perdidos, un alfabeto balbuceado.
Todo exepto el sueño.
Y comienza la noche
con la primera
decapitación
del jazmín, su fragancia
cautiva
que escapó, al fin,
de las mortajas.
Traducción de Claudia Ceraso.
Imagen: David
Padilla, Cap. 1 Marea de letras, 2013.
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