El vacío
Un solo verano y un
solo otoño pedía Hölderlin
para elevar el canto
maduro,
antes de que la
flecha del destino negro le cogiera
y viera el Dios que
le venció.
Esto es propio de los
elevados. Quizás
un presentimiento le
hizo darse cuenta oscuramente
de que pronto debería
irse de la existencia
plena hacia donde se
pierden los fondos terrestres.
Yo no soy así. Para
mí el canto
no era nunca nada más
que revelar desde la carencia
lo que la vida avara
me tenía privado.
Si yo dirigiera una
súplica al destino,
sería: que llene una
sola vez este corazón vacío,
que por no amar se
moría diariamente.
Versión de Henriette
Colin.
Imagen: Anónimo,
Pintura mural de Nosa Señora de las Virtudes S. XV.
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