Soneto
En un soneto
cabe cualquier cosa:
la tarde del
revés, la golondrina
que asoló con
sus alas mi oficina,
y el humo,
convertido en mariposa.
Le cabe la
certeza luminosa
del rayo que ni
cesa ni fulmina.
Le cabe la
soberbia gongorina
que urdió en la
noche el nombre de la rosa.
Si abarcará
universos literales,
campos, espigas,
lunas, mares, montes,
que, por caber,
le caben catedrales
y lirios que
resumen horizontes.
¿Y dices que no
cabe el amor nuestro?
Si me das un
papel, te lo demuestro.
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