Triste, muy
tristemente
Un día estaba yo
triste, muy tristemente
viendo cómo caía
el agua de una fuente.
Era la noche
dulce y argentina. Lloraba
la noche.
Suspiraba la noche. Sollozaba
la noche. Y el
crepúsculo en su suave amatista,
diluía la
lágrima de un misterioso artista.
Y ese artista
era yo, misterioso y gimiente,
que mezclaba mi
alma al chorro de la fuente.
Imagen: Santiago
Rusiñol, Claustro de Tarragona, 1897.
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