Los difuntos
Estuvimos
echados juntos. En su mano
mis dedos se
habían enredado.
Así nos
encontraron por la mañana:
escapados para
siempre de un vacío país.
Pensaron que
esto era el lazo final
entre dos que no
hicieron nada más que herirse:
"Separados,
en vida; unidos, en la muerte".
No violaron
nuestro secreto.
Porque era muy
distinto. Para el último viaje,
deseé que mi
amor la acompañase,
y, aunque
penosamente, mi mano buscó la suya,
no para
retenerla, ya que, tan solitario
como había
vivido, yo quería alejarme.
Pero no llegué a
tiempo de soltarla.
Versión de
Henriette Colin.
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