Hija del viento
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al
miedo
y a la soledad
como a dos animales
pequeños
perdidos en el
desierto.
Han venido
a incendiar la edad
del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente
loca de movimiento
que sólo se halla a
sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del
llanto,
tú abres el cofre de
tus deseos
y eres más rica que
la noche.
Pero hace tanta
soledad
que las palabras se
suicidan.
Imagen: Edward
Hopper, Automat, 1927.
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