Soneto insistente
A
Álvaro Bonilla Aragón
La cabeza hermosísima caía
del lado de los sueños; el verano
era un jazmín sin bordes y en su mano
como un pañuelo azul flotaba el día.
Y su boca de súbito caía
del lado de los besos; el verano
la tenía en la palma de la mano,
hecha de amor. Oh, qué melancolía.
A orillas de este amor cruzaba un río;
sobre este amor una palmera era:
agua del tiempo y cielo de poesía.
Y el río se llevó todo lo mío:
la mano y el verano y mi palmera
de poesía. Oh, qué melancolía.
Imagen: Jean
Montemont, Inondations (Le Madon), 1952.
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