miércoles, 14 de mayo de 2014

ENRIQUETA OCHOA









Duele esta tierra henchida de vigores
sollamando la frente,
quemando las entrañas...

Todo mi nombre dentro se me rompe de odio:
odio a la puerta en mí, siempre llamada,
odio al jardín de afanes desgajados
entre el sol y la muerte.

Por encima de las colinas arde la luz,
el tiempo se deshoja
y yo envejezco aquí traspasada de urgencias
frente a la puerta hermética.
Soy la virgen terrestre espesa de amargura,
desolada corriendo
del reguero de impactos en mi pulso.
Ya no me soporto en las grietas de la espera
ni el sopor del silencio.




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