Hora temprana
Todavía duermo
y mientras tanto
suceden cosas.
Blanquea la
ventana,
la oscuridad se
vuelve gris,
el cuarto se
desprende del espacio turbio,
buscan en él
apoyo, titubeantes, pálidas estelas.
Sucesivamente,
sin prisa,
porque es una
ceremonia,
amanecen las
superficies del techo y las paredes,
se separan las
formas,
una de otra,
el lado
izquierdo del derecho.
Clarean las
distancias entre los objetos,
pían los
primeros destellos
en el vaso, el
picaporte.
No sólo parece,
sino que es plenamente
aquello que ayer
fue movido,
lo que se ha
caído al suelo,
lo que se
encierra en los marcos.
Solamente los
detalles
no se han hecho
aún visibles.
Pero atención,
atención, atención,
muchas cosas
indican que regresan los colores
y hasta la más
pequeña recuperará el suyo,
junto con el
matiz de la sombra.
Muy rara vez me
sorprende, y debería.
Suelo
despertarme como testigo tardío,
cuando el
milagro está ya hecho,
el día
establecido
y lo alboreante
magistralmente transformado en matinal.
Traducción de Gerardo
Beltrán y Abel A. Murcia Soriano.
Imagen: Felix
Vallotton, Mujer durmiendo, 1899.
No hay comentarios:
Publicar un comentario