Pastoral
La paloma camina con las patas pegajosas
sobre las verdes copas del almendro,
sus plumas densas por el calor
como la miel
que goteando perezosa, cae en la sombra…
Cualquiera que hubiera estado en ese huerto
tan lleno de paz y de sueño,
difícilmente hubiera notado la colina
cercana
con sus tres extraños brazos de madera
alzados sobre la compacta muchedumbre
—sobre los cascos de los guardias de Pilatos
centelleantes como dientes de plata bajo el sol.
Traducción de Alberto Blanco.
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