lunes, 26 de mayo de 2014

JACK GILBERT







Fracasar y volar




Todos olvidan que Ícaro también voló.
Es lo mismo cuando el amor llega a su fin
o el matrimonio fracasa y la gente dice que sabía
que aquello era un error, que todo el mundo
decía que jamás podría funcionar. Que ella tenía
suficiente edad para haberlo visto. Pero si algo
vale la pena de ser hecho, vale la pena hacerlo mal.
Como estar ahí junto al mar aquel verano
en el otro lado de la isla mientras
el amor se apagaba en ella, y las estrellas
brillaban tanto esas noches que
cualquiera sabía que no iban a durar.
Todas las mañanas la veía dormida en mi cama
como una aparición, su delicadeza
la de un antílope erguido en la niebla del alba.
Todas las tardes la veía regresar
por el campo pedregoso después de nadar,
la luz del mar detrás de ella, y el cielo inmenso
del otro lado. La escuchaba
mientras comíamos. ¿Cómo pueden decir
que el matrimonio fracasó? Como la gente que
volvía de Provenza (cuando era Provenza)
y decía que era linda pero que la comida era grasosa.
Yo creo que Ícaro no estaba cayendo cuando cayó,
sino sólo llegando al final de su triunfo.




Versión  Gerardo Gambolini.

Imagen: Anton van Dyck, Dédalo e Ícaro 1630.



No hay comentarios:

Publicar un comentario