martes, 20 de mayo de 2014

YU KUAN-CHUNG









Hace tiempo que no sacié mi olfato
con el perfume de las especias de tus islas;
hace tiempo que no veo danzar
ese amor juvenil en tus ojos de avellana.
Voy errando hacia el sueño del pingüino
y oculto mi rostro en la barba del corsario.

El mundo está templado por efímeras nubes,
pero tengo frío. Quisiera tornar a casa
a tenderme en la cañada marfileña
de tus senos, y dormir
el milenio de sopores que respira
una sensación de seguridad. Mientras,
a ambos lados, se yerguen conos gigantes
con la antigua belleza de la arquitectura egipcia
y alejan la tormenta de arena del tiempo.




Traducción de Marcela de Juan.

Imagen: Carlos Cabrera, Sand Storm.


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