El poema que no puede
ser escrito
es diferente al poema
que no ha sido
escrito, o a los muchos
que nunca serán
terminados, esos barcos
perdidos en la niebla,
a la deriva
en latitudes sin
vientos,
los mapas inútiles,
el agua perdida.
No hay peligro en el
poema
que no puede ser
escrito,
ni pesadas cargas de
significado,
ni siquiera
significado. Y en esto
consiste su esplendor
y se convierte en un
emblema,
no de un fracaso o
una pérdida,
sino de lo imposible.
Entonces, llega el
viento. Las rasgadas velas
se hinchan y el aire
es más agradable.
Aparece una isla
verde
y todos estamos a
salvo.
Traducción de
Alejandro Oliveros.
Imagen: William
Hodges, View of the Islands of Otaha (Taaha) and Bola Bola (Bora Bora) with
Part of the Island of Ulietea (Raiatea), 1773.
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