Cerré mi puerta al
mundo;
se me perdió la carne
por el sueño...
Me quedé, interno,
mágico, invisible,
desnudo como un
ciego.
Lleno hasta el mismo
borde de los ojos,
me iluminé por
dentro.
Trémulo,
transparente,
me quedé sobre el
viento,
igual que un vaso
limpio
de agua pura,
como un ángel de
vidrio
en un espejo.
Imagen: Maxime Van de
Woestyne, Still life with coffee pot and clivia, 1931.
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