miércoles, 25 de septiembre de 2013

LEOPOLDO PANERO






Soledad de encina y paloma

La sombra cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
reposa su verdura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.

Como el sigilo de la nieve fina
zumba la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
en su secreta soledad divina.

La luz afirma la unidad del cielo
en la inmensa ternura del remanso 
y en la miel franciscana del aroma;

y, el peso entredormecido por el vuelo,
de verde encina de horizonte manso
refresca el corazón a la paloma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario