A una hermosura ultrajada por los años
Ruinas son las que miras, caminante,
de caduca beldad, no desengaño,
pues no escarmienta a la soberbia el daño,
que ojos propios no ven propio semblante.
Desprecio es ya de su primer amante
el ídolo violento del engaño;
¿qué piadoso no tiene por extraño
no hallar de lo que fue lo semejante?
Escondióse el carmín en la pintura,
en nieve el oro engendrador de llama,
volvió la perfección a ser bosquejo.
Venganza de sí misma es la hermosura;
pues llegaste al sepulcro de la fama,
vete, que ya te has visto en buen espejo.
Imagen: Quentin Massys, Vieja mesándose los cabellos.
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