Yo me vuelvo hacia atrás a cada paso
con un cuerpo que apenas si soporto,
y tomo el aire vuestro que me alivia
y me hace andar diciendo: «¡Ay de mí, triste!»
Evocando después el bien perdido,
el largo caminar y el vivir breve,
lívido y asustado me detengo,
y con lágrimas miro hacia la tierra.
Me asalta en medio de mi llanto a veces
una duda: ¿cómo estos miembros pueden
del espíritu suyo vivir lejos?:
Mas llega Amor al punto a responderme
«¿No recuerdas que es esto privilegio
de los amantes, libres de lo humano?»
Imagen: Anónimo, Francesco Petrarca Pellegrino
incoronato da Laura.
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