Otoño
En llamas, en otoños
incendiados,
arde a veces mi
corazón,
puro y solo. El
viento lo despierta,
toca su centro y lo
suspende
en luz que sonríe
para nadie:
¡cuánta belleza
suelta!
Busco unas manos,
una presencia, un
cuerpo,
lo que rompe los
muros
y hace nacer las
formas embriagadas,
un roce, un son, un
giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines
intocados,
vértebras delicadas y
sombrías,
labios que sueñan
labios,
manos que sueñan
pájaros...
Y algo que no se sabe
y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi
adversario.
Imagen: Benvenuto
Benvenuti, Paisaje.
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