Otredad
No es porque no te ame
que no puedo verte la cara,
es sólo que no puedo encarar
tu rostro
sin eliminar el mío.
Cuando me miras, me volteo
De modo que apenas note tus
ojos.
Si sólo pudiese mirarte
sin que tú me miraras,
podría comenzar a verte,
descubrir
la curva de tus labios,
semejante a
la mía; que sobre la cuesta
de tus
mejillas corre un río tan
profundo y oscuro
como uno junto al cual
crecí, tan bajo
y seco. Y tal vez, si te
atrevieras a
volver la mirada hacia mí y
vieras tus lágrimas
llenando mis ojos, podríamos
empezar
a reemplazar ese infinito
miedo con amor.
Traducido por Hans Leopold
Davi.
Imagen: Gustave Courbet, Les
amoureux de la campagne, 1844.
No hay comentarios:
Publicar un comentario