Espejo
Soy plateado y exacto. No
tengo preconceptos.
Cuanto veo, lo trago
inmediatamente
tal cual es, sin empañar por
amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz:
ojo de un pequeño dios,
cuadrangular.
Casi todo el tiempo medito
en la pared de enfrente.
Es rosada, con lunares. La
he mirado tanto tiempo
que creo que es parte de mi
corazón. Pero fluctúa.
Las caras y la oscuridad nos
separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer
se inclina sobre mí,
buscando en mi extensión lo
que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas
mentirosas, las bujías o la luna.
Veo su espalda y la reflejo
fielmente.
Me recompensa con lágrimas y
agitando las manos.
Soy importante para ella.
Que viene y se va.
Todas las mañanas su cara
reemplaza la oscuridad.
En mí ella ahogó a una
muchachita y en mí una vieja
se alza hacia ella día tras
día, como un pez feroz.
Traducción de E. L. Revol.
Imagen: Antonio López
García, Lavabo, 1967.
No hay comentarios:
Publicar un comentario