Y se va marchitando la caja de las rosas;
no tiene quien
las saque y las lleve al camino.
Un airón de
perfume se nos quiebra en las manos
mientras algo se
muere y nace al mismo tiempo.
Se nos frustró
la cita con aquella fragancia
de tan pura,
invisible, ese ramo de brisa
que apenas huele
a nada
y que agavilla
en sí todo el amor del mundo.
Hay cosas que no
son, pero que siguen siendo
gozo, nostalgia,
fronda que nunca hemos plantado,
hermosura
secreta que sólo fue latido.
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