lunes, 10 de noviembre de 2014

ANA MARÍA NAVALES









Alas encendidas cubrían mi cuerpo
y no la bruma que me borra el lugar
y las horas, el verso que se hiela
hasta ser cadáver, mancha agria
en el paisaje, rendija en el muro,
abrazo ausente de los labios
para decir amor, estatua, nada,
y sólo eso, invierno y el último canto



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