Bajo la lluvia
Cómo resbala el agua por mi
espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone en mis mejillas su
frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara
radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de
no pensar.
Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi
presencia le extraña,
se detiene… me mira… nos
sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos
cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con
su azada al hombro
y la lluvia me cubre de
todas las fragancias
de los setos de octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el
agua empapado
como un maravilloso y
estupendo tocado
de gotas cristalinas, de
flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las
plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la
voluptuosidad
del placer infinito, dulce y
desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne,
como un frescor de nieve.
Imagen: Gustave Caillebotte,
L'Yerres, effet de pluie,1875.
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