viernes, 18 de octubre de 2013

ÁLVARO CUNQUEIRO





El poeta escoge abril

¿De quién huimos? ¿Quizá, dime, la ceniza
no rechaza la gentil juventud y la sangre?
En abril y mayo no hay ceniza, dicen.
Quedemos, amigo, bajo las alas de abril.

Que huyan el río, la rosa colorada,
beba hasta el final la llama la estrella, el tictac el reloj,
procuren una lejanía parte o ninguna parte los caminos donde morir.
Al par que huye, lleve el río el cadáver de Ofelia y las margaritas de la ribera.

Pero nosotros, amor, tenemos los perros fieles de las palabras.
Decimos ceniza y es ahora mismo polvo lo que fue llama.
Ofelia, dices, y una sonrisa alerta tu memoria
y tus ojos, tórtola, niña y suave terciopelo.

Tenemos la palabra, amor, para decir: abril.
Bajo sus alas florecerán los días.
Abril: el aire posa una ciudad en las ramas
de los abedules de abril. Es nuestro hogar.

Viviremos, amor, diciendo la palabra,
quemándola, hiriéndola, labrándola
tan dulce y temerosamente que ella piense, palabra abril,
que vive por nosotros, la vivimos sólo es dicha: abril.

Traducción de Vicente Araguas y César Antonio Molina.


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