De la simple
existencia
La palmera al extremo
de la mente,
se eleva más allá del
pensamiento
en la extensión de
bronce.
Un pájaro de plumas
doradas
canta allí una
canción extranjera,
no destinada al
hombre sin sentimiento humano.
Entonces tú
comprendes que no es esa la razón
que nos hace felices
o infelices.
Canta el pájaro. Sus
plumas resplandecen.
La palmera está al
borde del espacio.
En las ramas se mueve
el viento lentamente,
el plumaje del pájaro
pende llameante.
Traducción de Andrés
Sánchez Robaina.
Imagen: Viktor M.
Vasnetsov, Los pájaros de la alegría y la tristeza, 1896.
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