lunes, 28 de octubre de 2013

WALLACE STEVENS






De la simple existencia

La palmera al extremo de la mente,
se eleva más allá del pensamiento
en la extensión de bronce.

Un pájaro de plumas doradas
canta allí una canción extranjera,
no destinada al hombre sin sentimiento humano.

Entonces tú comprendes que no es esa la razón
que nos hace felices o infelices.
Canta el pájaro. Sus plumas resplandecen.

La palmera está al borde del espacio.
En las ramas se mueve el viento lentamente,
el plumaje del pájaro pende llameante.



Traducción de Andrés Sánchez Robaina.

Imagen: Viktor M. Vasnetsov, Los pájaros de la alegría y la tristeza, 1896.

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