Requiescat
Marchad con paso
leve, que está cerca
ella bajo la nieve;
con voz queda, si
habláis, pues ella escucha
crecer las
margaritas.
Su cabello dorado y
encendido
ya lo empañó la
herrumbre;
la que se erguía
joven y lozana
deshácese en el
polvo.
Igual que un lirio y
como nieve blanca,
ella advertía apenas
que fuese una mujer: tan dulcemente
dióle sazón la vida.
Maderas de ataúd,
pesadas losas
yacen sobre su pecho;
a solas yo me entrego
a la amargura,
pero ella descansa.
Guardad silencio y
paz, que ya no oye
ni lira ni soneto.
Toda mi vida yace
aquí enterrada.
Con más tierra
cubridla.
Traducción de Mariá
Manent.
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