A la soledad
Pues se conforma
nuestra compañía,
no dejes, soledad, de
acompañarme,
que al punto que
vinieses a faltarme
muy mayor soledad
padecería.
Tú haces ocupar mi
fantasía
sólo en el bien que
basta a contentarme,
y no es parte sin ti,
para alegrarme
con todo su placer,
el alegría.
Contigo partiré, si
no me dejas,
los altos bienes de
mi pensamiento,
que me escapan de
manos de la muerte;
y no te daré parte de
mis quejas,
ni del cuidado, ni
del tormento,
ni dártela osaré por
no perderte.
Imagen: Cédric
Friggeri, Soledad.
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