miércoles, 16 de octubre de 2013

DAVID LÓPEZ GARCÍA






Remedio (ineficaz) contra el otoño


Cuando llega septiembre nos parece
que el tiempo se detiene y que los días
uno a uno construyen altos muros
que impiden que regresen los fantasmas
de todo cuanto fue cuando el estío.

Atrás quedan los reinos conquistados,
el río siempre azul que riega julio,
la dulce sinrazón que nunca duerme,
las gotas de pasión que deja el alba
y el ángel vencedor de cien batallas.

Hemos llegado al fin y las palabras
se vuelven torpes, duras, como piedras
del fondo de una rambla sin crecidas
o el suelo de un camino viejo hollado
por multitud de pies sin rumbo cierto.

Y entonces con palabras intentamos
edificar la casa que nos sirva
de seguro refugio en el otoño.
Alzamos con palabras las paredes
y palabras ponemos en el techo.

Palabras contra el frío y la tormenta,
palabras que nos libren del sollozo,
del temor, de la nieve, de la muerte:
palabras que despierten la esperanza.
Palabras y palabras cual conjuro

alzadas desde el techo hasta los cielos
que acaban sin remedio derrumbándose.
Sin puertas ni ventanas intentamos
que las palabras suplan las carencias,
que lo que nunca fue sea en el viento.

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