Costumbre perra
Si la hojarasca en
niebla se convierte,
yo dejo la ventana y
voy, amado,
en busca de tus
sábanas. Me acuesto
con paños de mi
fiebre a tu costado.
Qué amor tan
taciturno es este sueño:
llegar ya tarde a
noches de relámpagos,
ya tarde a los
ocasos, no morirnos
cual árbol de oro
viejo al pie de un astro.
Mi sueño es sólo un
verso de crepúsculo,
un lobo de ojos
tristes reclinado
sobre su herida pues
perdió el bosque
y el viento en sus
oídos es engaño.
Esta manera de
quemarme el alma,
este morirme sin
haber sangrado,
esta costumbre perra
de quererte,
este quedarme entera
a tu costado.
Imagen: Egon
Schiele, El abrazo (Amantes II).
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