Modernidad
Cerré la Ilíada y me
senté frente a la ventana,
aún temblaba la
última palabra entre mis labios.
A lo lejos algo
brillaba, un farol o la luna,
y la sombra de un
guardia se movía despacio.
Cuántas veces miré
con gesto desafiante
y cuántas miradas
recibí en respuesta…
Multitud de odiseos
en los barcos mercantes
y agamenones entre la
penumbra de las tabernas.
En la Siberia lejana
donde llora la ventisca,
se congelan los
mamuts entre hielos de plata,
y su tristeza
silenciosa estremece las nieves,
y su sangre roja
encendía los horizontes.
Me entristece este
libro y me desvanece la luna,
quizá, realmente, no
necesito ningún héroe.
Bajan por la alameda,
con dulzura extraña,
un estudiante y una
gimnasta, como Dafnis y Cloe.
Versión de Natalia
Litvinova.
Imagen: Héctor es
llevado a Troya tras la embajada de Príamo (hacia el 180 d. C.).
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