Octavas en desprecio
del mundo
Quien bien consideró
cómo pasaban
las aguas por el arco
de la puente,
y cómo por allí jamás
tornaban,
yendo para el mar con
su corriente,
vio que así nuestras
vidas caminaban,
a más andar, cual va
el sol al poniente,
derechas al morir que
es paradero
del hombre por la
culpa del primero.
Allí pequeños,
grandes y mayores,
llegados a la muerte
son iguales,
pontífices, reyes y
emperadores,
que fueron al nacer
tan desiguales.
Oh vida breve llena
de dolores,
de angustias, de
miserias y de males,
donde todo se acaba
en triste lloro
y es polvo y vil
ceniza su tesoro.
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