lunes, 5 de agosto de 2013

ISMENE MATAS






Mendiga

Todo cuanto me dieron aquel día
me ha sido arrebatado para siempre.
Ahora en la indigencia solo puedo
suplicar caridad a los viandantes.
¿Y qué ha de mendigar la que mendiga,
acaso una palabra de tus labios,
las cartas anegadas de promesas,
lengua para lamerme las heridas,
compuertas que contengan el desborde
de los ríos que riegan el desierto?
¿Y qué puedo pedir, pues alguien tiene
el bálsamo que sana a los difuntos,
la máquina que el tiempo nos devuelva
y que traiga de nuevo en este instante
los besos, los abrazos, las caricias,
el roce de la carne entre las sábanas,
la húmeda mirada fiel del perro
que aguarda una caricia de sus amos?

Imagen: Evgraf Semenovich Sorokin, Pequeña mendiga de España, 1852.

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