A una golondrina que
me despertó al romper el alba
¿Qué sabes tú, sedosa
y dulce amiga,
cuando el albor
comienza a ser dorado,
qué sabes tú del
valladar sombrío
y de mi insomnio humano?
Húmedo por la sombra
azul, el liquen:
cerca del nido, debe
estar más claro:
pero tu canto lejos
se llevaba
el Sueño -esquivo pájaro.
No conoces el
inquieto párpado,
la frente en la
almohada casi ardiendo,
ni el lecho
ennegrecido de tiniebla,
tú, entre el alba y el viento.
Versión de José
Agustín Goytisolo
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