Ven
Si lo que no puede
ser visto ni oído
fuese grato a tus
ojos, sin temor,
abandonándote al
capricho de la barca,
podrías acompañarme.
En nada pensarías,
ni siquiera en tu pequeño
pedacito de vida.
El lodo de todos los
secretos caídos
yace en mí
abandonado.
Impulsada por ellos,
amarraríamos la barca
a carbunclos y
estrellas.
Entonces, en una
lengua salvaje y primitiva,
te contaría cuentos
sobre cierto país.
En tus manos pondría
las palabras
como si fuese la
propia tierra con sus valles.
De las lágrimas
nacerían las aguas
para los ríos de ese
país del sur.
Escucha: por mí
transcurren los ríos,
¿no los oyes correr?
Escucha: es la voz
del maíz quien nos habla,
¿no escuchas cómo
crece?
Mira las colmenas en
el huerto,
mira los lobos bajo
la tormenta,
mira los ciervos,
mira los flecos de la
hierba,
mira
ganados, rebaños,
rondas y bandadas de pájaros.
Todo me pertenece, de
todo soy el amo.
Aquello que no es
mío, me es ajeno.
En las almohadas de
las peñas, junto al río,
Dios preparó su cama
y se durmió.
Traducción de Darie
Novaceanu.
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