sábado, 31 de agosto de 2013

FERNANDO DE HERRERA






A las ruinas de Sevilla la Vieja

Esta rota y cansada pesadumbre
osada muestra de soberbios pechos,
estos quebrados arcos y deshechos,
y abierto cerco de espantosa cumbre,

descubren a la ruda muchedumbre
su error ciego, y sus términos estrechos;
y sólo yo, en mis grandes males hechos,
nunca sé abrir los ojos a la lumbre.

Pienso que mi esperanza ha fabricado
edificio más firme; y aunque veo
que se derriba, sigo al fin mi engaño.

¿De qué sirve el juicio a un obstinado,
que la razón oprime en el deseo
de ver su error, y padecer más daño?

No hay comentarios:

Publicar un comentario