A mi buitre
Este buitre voraz de
ceño torvo,
que me devora las
entrañas fiero
y es mi único
constante compañero,
labra mis penas con
su pico corvo.
El día que le toque
el postrer sorbo
apurar de mi negra
sangre quiero
que me dejéis con él,
solo y señero,
un momento, sin nadie
como estorbo.
Pues quiero, triunfo
haciendo mi agonía,
mientras él mi último
despojo traga,
sorprender en sus
ojos la sombría
mirada al ver la
suerte que le amaga
sin esta presa que
satisfacía
el hambre atroz que
nunca se le apaga.
Imagen: Gregorio
Martínez, Prometeo encadenado, hacia 1590.
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