martes, 27 de agosto de 2013

DAVID LÓPEZ GARCÍA






Alcaraz, 2003

A veces, cuando estoy entre el silencio
y en el vacío yerra lenta el alma
e inerme en las tinieblas ambiciona
el resplandor de un faro que la guíe,
llega hasta mí el recuerdo de otros días
cuando el albo esplendor de los perales
jalonaba las lindes de la eras
en el valle donde álamos altísimos
–una leve humareda tierna y verde-,
igual que índices dedos, señalaban
a Mercedes y a mí la garza senda
de aquel párvulo abril estremecido.

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