Alcaraz,
2003
A
veces, cuando estoy entre el silencio
y en
el vacío yerra lenta el alma
e
inerme en las tinieblas ambiciona
el
resplandor de un faro que la guíe,
llega
hasta mí el recuerdo de otros días
cuando
el albo esplendor de los perales
jalonaba
las lindes de la eras
en
el valle donde álamos altísimos
–una
leve humareda tierna y verde-,
igual
que índices dedos, señalaban
a
Mercedes y a mí la garza senda
de
aquel párvulo abril estremecido.
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